¿Es bíblico el diezmo?

En el corazón de la fe cristiana, muchas preguntas nos llevan a explorar las Escrituras en busca de respuestas que guíen nuestras vidas y prácticas espirituales. 

Una de esas preguntas, que a menudo genera debate y reflexión, es si el diezmo es realmente un mandato bíblico. Para la iglesia de Jesús en la tierra, comprender la verdad detrás del diezmo es crucial, no solo para nuestras prácticas financieras, sino también para nuestro crecimiento espiritual y nuestra relación con Dios. 

Así que, acompañados por la Palabra de Dios, examinaremos que dice la Biblia sobre el diezmo, y si realmente es bíblico o no.


Génesis 14:18-20 (RV60)

"Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.”

Este pasaje nos muestra cómo Abraham entregó los diezmos a Melquisedec, quien es visto como una figura precursora de Cristo en el Nuevo Testamento. Aquí, el diezmo se presenta como una expresión de gratitud y reconocimiento hacia Dios por sus bendiciones.


Levítico 27:30 (NVI)

"El diezmo de todo lo que el campo produce, ya sea grano de la tierra o fruto de los árboles, le pertenece al Señor; es una cosa consagrada al Señor."

En el contexto de la ley dada a Israel, el diezmo se establece como una práctica que reconoce la soberanía y la provisión divina sobre todas las cosas. Es una manera de consagrar los recursos a Dios como acto de adoración y obediencia.


Malaquías 3:10 (NVI)

"Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde."

Este versículo es a menudo citado en el contexto de la enseñanza sobre el diezmo. Aquí, Dios invita a su pueblo a probar su fidelidad al traer el diezmo al templo. Promete bendiciones abundantes a aquellos que lo hacen, lo que subraya la importancia de confiar en la provisión divina.


Lucas 11:42 (NVI)

"¡Ay de ustedes, fariseos!, que dan la décima parte de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, pero descuidan la justicia y el amor de Dios. Debían haber practicado esto, sin dejar de hacer aquello."

Jesús en este pasaje, critica a los fariseos por enfocarse en el cumplimiento externo del diezmo mientras descuidan aspectos importantes de la fe, como la justicia y el amor. Esto nos recuerda que el diezmo es importante y debe ir acompañado de una vida de integridad y servicio a Dios y a los demás.


2 Corintios 9:6-7 (NVI)

"Recuerden esto: el que siembra escasamente, también cosechará escasamente, y el que siembra generosamente, también cosechará generosamente. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría."

En el Nuevo Testamento, la enseñanza sobre la contribución financiera se enfatiza en la idea de dar con generosidad y alegría. No se trata simplemente de cumplir con una obligación legal, sino de expresar un corazón agradecido y generoso hacia Dios y su obra en el mundo.


El diezmo como mandato divino para la adoración

Al examinar detenidamente las Sagradas Escrituras, queda claro que el diezmo es más que una simple tradición o una práctica cultural; es un mandato directo de Dios para su pueblo. 

Desde los tiempos de Abraham hasta las enseñanzas de Jesús y los apóstoles en el Nuevo Testamento, el diezmo se presenta como una expresión de adoración y fidelidad hacia nuestro Señor.

Al llevar nuestro diezmo al altar del Señor, no solo estamos cumpliendo con un deber, sino que estamos participando en un acto sagrado de adoración. Es una oportunidad para exaltar el nombre de Jesús y reconocer su señorío sobre todas las áreas de nuestras vidas, incluidas nuestras finanzas.

Por lo tanto, como hijos de Dios, debemos abrazar el diezmo como un privilegio y una responsabilidad. Es una forma tangible de demostrar nuestra confianza en la provisión divina y nuestra gratitud por las bendiciones que hemos recibido. 

Que nuestro diezmo sea siempre dado con corazones alegres y generosos, sabiendo que estamos obedeciendo el llamado de nuestro amado Señor Jesucristo. 

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