Qué dice la biblia sobre el divorcio
El tema del divorcio es uno de los más delicados y tristemente algunas veces controvertidos. Para nosotros los creyentes, la Palabra de Dios, la Biblia, es la principal fuente de orientación en asuntos morales y éticos, incluyendo el matrimonio y el divorcio.
En el contexto bíblico, el matrimonio es considerado sagrado y diseñado para ser una unión permanente entre un hombre y una mujer. Desde el principio, en el relato del Génesis, se establece que el matrimonio es una institución divina, creada por Dios mismo:
"Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Génesis 2:24).
Debemos honrar el pacto.
Lo primero que tenemos que entender, es que, el matrimonio es un pacto solemne, el cual realizamos con nuestra pareja, delante de Dios y de los hombre. El matrimonio es un sagrado pacto establecido por Dios, donde dos personas se unen en un mismo ser, y el cual es nuestra responsabilidad respetar, cumplir y honrar en todo momento.
Malaquías 2:14-16, dice:
“Claman: «¿Por qué el Señor no acepta mi adoración?». ¡Les diré por qué! Porque el Señor fue testigo de los votos que tú y tu esposa hicieron cuando eran jóvenes. Pero tú le has sido infiel, aunque ella siguió siendo tu compañera fiel, la esposa con la que hiciste tus votos matrimoniales. ¿No te hizo uno el Señor con tu esposa?
En cuerpo y espíritu ustedes son de Él. ¿Y qué es lo que Él quiere? De esa unión quiere hijos que vivan para Dios. Por eso, guarda tu corazón y permanece fiel a la esposa de tu juventud. «¡Pues yo odio el divorcio! —dice el Señor, Dios de Israel—. Divorciarte de tu esposa es abrumarla de crueldad —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—. Por eso guarda tu corazón; y no le seas infiel a tu esposa».”
En estos pasajes, Dios nos recuerda que el matrimonio es una unión santificada por Él mismo, destinada a perdurar y ser honrada. Se nos enseña que Dios odia el divorcio porque va en contra del propósito original de la unión matrimonial.
Mateo 19:3-6
Nos presenta las palabras de Jesús, quien reafirma la importancia y la sacralidad del matrimonio. Él enseñó que desde el principio, Dios creó al hombre y a la mujer para que fueran una sola carne, y que por lo tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, formando así una nueva familia que Dios mismo une. Jesús declara que lo que Dios ha unido, el hombre no debe separar.
Desde esta perspectiva, respetar el pacto matrimonial significa honrar la promesa hecha ante Dios y ante los hombres de amar, respetar y cuidar a nuestra pareja en todas las circunstancias. Esto implica compromiso, fidelidad y perseverancia, confiando en que Dios nos fortalece y nos capacita para superar los desafíos que puedan surgir en la relación. El matrimonio refleja la fidelidad de Dios hacia su pueblo, y como tal, debe ser protegido y valorado como uno de los dones más preciosos que Dios nos ha dado.
¿Es permitido el divorcio en la Biblia?
A lo largo de la historia bíblica, el divorcio ha sido permitido en ciertas circunstancias, aunque no siempre con la aprobación divina. Jesús abordó este tema durante su ministerio terrenal, y sus enseñanzas ofrecen una perspectiva clara sobre el divorcio.
En el Evangelio de Mateo, Jesús dice:
"Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre" (Mateo 19:6).
Esta declaración refleja el ideal divino de que el matrimonio es una unión indisoluble. Sin embargo, Jesús reconoce que, debido a la dureza de corazón de las personas, Moisés permitió el divorcio bajo ciertas condiciones:
"Les dijo: — Moisés permitió el divorcio solo como una concesión ante la dureza del corazón de ustedes, pero no fue la intención original de Dios. " (Mateo 19:8, Nueva Traducción Viviente).
En el siguiente pasaje, Mateo registra las palabras de Jesús sobre el divorcio:
" Y les digo lo siguiente: el que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio, a menos que la esposa le haya sido infiel." (Mateo 19:9).
Aquí, Jesús establece la infidelidad sexual como la única base aceptable para el divorcio según la enseñanza de las Escrituras.
El perdón y la reconciliación
Es importante notar que, si bien la infidelidad sexual es reconocida como una justificación para el divorcio, no se presenta como una obligación. En otras palabras, aunque la Biblia permite el divorcio en casos de infidelidad, también enfatiza la importancia del perdón, la reconciliación y la restauración en el matrimonio.
Además, el apóstol Pablo ofrece orientación adicional sobre el divorcio en sus epístolas. En la primera carta a los Corintios, escribe:
"Pero a los que están unidos en matrimonio les ordeno, y no yo sino el Señor: Que la mujer no se separe del hombre. Pero si se separa, que no vuelva a casarse o que se reconcilie con su esposo. Y que el esposo no abandone a su esposa" (1 Corintios 7:10-11).
Aquí, Pablo insta a los creyentes a buscar la reconciliación en lugar de la separación, siempre que sea posible.
Es crucial recordar que el matrimonio es una institución divina, diseñada por Dios mismo desde el principio de la creación. Como sus hijos, estamos llamados a honrar y preservar esta santa unión que Dios ha establecido. La Biblia nos enseña claramente que el divorcio no es la voluntad de Dios para sus hijos, sino que es una práctica que entristece su corazón.
En el libro del profeta Malaquías, encontramos estas palabras del Señor:
"Pues yo odio el divorcio —dice el Señor, Dios de Israel—, y también odio que el hombre cubra de violencia su túnica, dice el Señor Todopoderoso. Así que cuiden de no ser infieles." (Malaquías 2:16,). Aquí, Dios mismo declara su aversión hacia el divorcio y nos exhorta a ser fieles en nuestras relaciones matrimoniales.
Además, el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, escribe en la carta a los Hebreos: "Dios ha dicho: ‘Nunca te dejaré; jamás te abandonaré’." (Hebreos 13:5). Esta promesa divina nos asegura que Dios está siempre presente en nuestras vidas y en nuestros matrimonios, fortaleciéndonos para superar los desafíos y las dificultades que podamos enfrentar.
Conclusión
Por lo tanto, los animo, queridos hermanos, a aferrarse a la enseñanza de la Palabra de Dios y a buscar la reconciliación y la restauración en sus matrimonios, incluso en medio de las pruebas y las tentaciones.
Recuerden que el amor, la paciencia y el perdón son fundamentales en cualquier relación, y que Dios está con todos nosotros, fortaleciéndolos y guiándolos en todo momento.
Que nuestras vidas y nuestros matrimonios reflejen siempre la gloria de Dios, siendo testimonios vivos de su amor, fidelidad y gracia. Oremos unos por otros, apoyémonos mutuamente en el camino de la fe, y confiemos en que Dios es capaz de restaurar y renovar incluso las situaciones más difíciles.
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