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La Profecía de Dios sobre Tiro y su Cumplimiento por Alejandro Magno


Introducción

En la Biblia encontramos una profecía fascinante sobre la ciudad de Tiro, pronunciada por Dios a través del profeta Ezequiel alrededor del año 586 a.C. Esta profecía no solo muestra la soberanía de Dios sobre las naciones, sino también su capacidad para cumplir sus palabras a través de los acontecimientos históricos.

En este artículo exploraremos la profecía de Dios sobre Tiro y cómo Alejandro Magno, un líder militar macedonio, la cumplió de manera sorprendente.


La Profecía de Dios sobre Tiro

En Ezequiel 26-28, Dios pronuncia una profecía contra la ciudad de Tiro, una potencia marítima y comercial en la antigüedad. La profecía describe la destrucción de la ciudad y su futuro sombrío. Dios declara:

" Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: oh Tiro, yo soy tu enemigo y haré que muchas naciones se levanten contra ti como las olas del mar que rompen contra tu costa. Ellas destruirán las murallas de Tiro y derribarán sus torres. ¡Yo rasparé su suelo hasta dejarlo como roca desnuda! No será más que una roca en el mar, un lugar donde los pescadores tiendan sus redes, pues yo he hablado, dice el Señor Soberano. Tiro se convertirá en presa de muchas naciones, y sus aldeas de tierra adentro serán destruidas a espada. Entonces sabrán que yo soy el Señor." (Ezequiel 26:3-6, NTV).

"Prepararé contra ti un ejército numeroso... Tus muros serán derribados, y tus torres serán destruidas... Serás arrojada al mar, y tus riquezas serán saqueadas" (Ezequiel 26:7-12, NTV).


La Profecía sobre Nabucodonosor


Dios declara que Nabucodonosor, rey de Babilonia, atacaría Tiro:

"Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo que su ejército prestara un gran servicio contra Tiro" (Ezequiel 29:18). Aunque Nabucodonosor no recibió paga de Tiro por su servicio, Dios le daría la tierra de Egipto como compensación (Ezequiel 29:19-20).

Dios ordenó a Nabucodonosor atacar Tiro como castigo por su pecado y arrogancia, ya que Tiro se había vuelto orgullosa y había olvidado la soberanía de Dios (Ezequiel 26:1-5). Esta profecía demuestra la soberanía de Dios sobre las naciones y los reyes, y cómo él puede utilizar a líderes paganos para cumplir sus propósitos. La profecía también muestra que Dios es fiel a su palabra y cumple sus promesas.


El Ataque de Nabucodonosor

En el año 585 a.C., Nabucodonosor II, rey de Babilonia, ejecutó un ataque militar contra la ciudad de Tiro, exactamente como lo había profetizado Ezequiel (Ezequiel 26:1-5). Este ataque fue un cumplimiento directo del propósito de Dios de castigar a Tiro por su pecado y arrogancia.

Nabucodonosor logró sitiar la ciudad de Tiro durante 13 años, desde el 586 hasta el 573 a.C., y finalmente la ciudad cayó ante sus fuerzas. Aunque Tiro no fue completamente destruida, el ataque de Nabucodonosor la debilitó significativamente y le permitió a Babilonia controlar el comercio marítimo en la región.

Como recompensa por su servicio, Nabucodonosor recibió la tierra de Egipto, tal como lo había prometido Dios (Ezequiel 29:17-20)


El Motivo del Juicio de Dios contra Tiro

En la Biblia encontramos un ejemplo claro del juicio de Dios contra la ciudad de Tiro, una potencia comercial y naval en la antigüedad. La razón detrás de este juicio no fue la falta de recursos o la debilidad militar, sino algo mucho más profundo: el orgullo y la arrogancia.

Tiro se había vuelto corrupta y había olvidado a Dios, confiando en su propia riqueza y poder. La ciudad se creía autosuficiente y se atribuía la gloria que solo pertenece a Dios.

Además, Tiro se alegró de la caída de Jerusalén, viendo en ella una oportunidad para beneficiarse económicamente.

"Hijo de hombre, Tiro se alegró por la caída de Jerusalén diciendo: “¡Ajá! La que era la puerta de entrada a las prósperas rutas comerciales del oriente ha sido destruida y ¡ahora es mi turno! ¡Dado que ella quedó desolada, yo me enriqueceré!”." (Ezequiel 26:2).

Esto muestra que Tiro vio la caída de Jerusalén como una oportunidad para ganar influencia y riqueza en la región, en lugar de lamentar la destrucción de una ciudad hermana.

Como dice el profeta Ezequiel: «Hijo de hombre, dale al príncipe de Tiro este mensaje de parte del Señor Soberano: »“En tu gran arrogancia afirmaste: ‘¡Soy un dios! Estoy sentado en un trono divino, en el corazón del mar’; pero eres solo un hombre y no un dios, aunque te jactes de ser un dios. (Ezequiel 28:2, NTV). Este orgullo y arrogancia llevaron a Tiro a ignorar la presencia y la soberanía de Dios.

El Señor en su justicia y santidad, declara juicio contra Tiro, no solo para castigar su maldad, sino también para llamarla al arrepentimiento. La profecía de Dios contra Tiro fue un llamado a la ciudad para que reconociera su pecado y se volviera a Dios. Sin embargo, Tiro no escuchó. La ciudad continuó en su orgullo y arrogancia, y finalmente, enfrentó las consecuencias de su rebelión.

El juicio de Dios contra Tiro nos enseña una valiosa lección sobre la naturaleza de Dios y la condición humana. Dios es un Dios santo y justo, que no tolera el orgullo y la arrogancia. Al mismo tiempo, Dios es un Dios misericordioso y paciente, que llama a la humanidad al arrepentimiento y a la fe en Él.


El Cumplimiento de la Profecía: Alejandro Magno y la Caída de Tiro

En el año 332 a.C., la ciudad de Tiro, una potencia naval y comercial en la antigüedad, enfrentó un desafío inesperado. Alejandro Magno, un joven rey macedonio, surgió como una fuerza dominante en el mundo antiguo y puso su mirada en la isla fortificada de Tiro. Lo que siguió fue un asedio épico que cambiaría el curso de la historia y cumpliría una profecía pronunciada siglos atrás por el profeta Ezequiel.

La profecía de Ezequiel había declarado que Dios traería un ejército contra Tiro, que destruiría sus murallas y torres, y que la ciudad sería arrasada (Ezequiel 26:3-5). Años después, Alejandro Magno se convirtió en el instrumento de Dios para cumplir esta profecía.

El asedio de Tiro fue un logro militar impresionante. Alejandro comenzó construyendo un muro a lo largo de la costa para proteger a sus tropas de los ataques navales de Tiro. Luego, utilizó máquinas de asedio para debilitar las murallas de la ciudad. Sin embargo, el mayor desafío era el acceso a la isla, ya que estaba rodeada de agua.

Alejandro ordenó a sus ingenieros que construyeran un terraplén de 60 metros de ancho y 200 metros de largo, utilizando escombros y rocas para rellenar el espacio entre la costa y la isla. Esta técnica innovadora permitió que sus tropas cruzaran y tomaran la ciudad. La caída de Tiro fue un golpe devastador para la ciudad y su comercio.

La construcción del terraplén fue un logro ingenieril notable. Los ingenieros de Alejandro utilizaron una combinación de escombros, rocas y arena para rellenar el espacio entre la costa y la isla. El terraplén fue construido en una zona donde el agua era lo suficientemente profunda como para permitir el acceso a la isla, pero lo suficientemente poco profunda como para permitir la construcción del terraplén.

Una vez completado el terraplén, Alejandro lideró personalmente el asalto final, cruzando el terraplén con sus tropas y tomando la ciudad. La ciudad fue saqueada y muchos de sus habitantes fueron vendidos como esclavos.

El cumplimiento de la profecía de Ezequiel a través de Alejandro Magno nos enseña una valiosa lección sobre la soberanía de Dios en la historia. Dios puede utilizar a líderes y naciones para cumplir sus propósitos, incluso si no son conscientes de ello. La caída de Tiro también nos recuerda la importancia de la humildad y la dependencia de Dios, ya que la ciudad había olvidado a Dios y confiado en su propia riqueza y poder.


La profecía de Dios se cumplió de manera sorprendente a través de Alejandro Magno:

- La destrucción de la ciudad: Alejandro destruyó los muros y edificios de Tiro, cumpliendo la profecía de Ezequiel.

- El saqueo de riquezas: Alejandro se apoderó de las riquezas de Tiro, tal como lo había predicho Dios.

- La ausencia de botín para Nabucodonosor: Aunque Nabucodonosor había atacado Tiro anteriormente, no obtuvo botín alguno, cumpliendo la profecía de Ezequiel.

- La destrucción completa: La conquista de Alejandro marcó el fin de Tiro como potencia marítima y comercial, cumpliendo la profecía de Dios.

- La ciudad arrojada al mar: Alejandro utilizó los escombros de la ciudad para construir un puente hacia la isla, literalmente arrojando la ciudad al mar, tal como lo había predicho Dios.


Conclusión

La profecía de Dios sobre Tiro y su cumplimiento por Alejandro Magno es un testimonio poderoso de la soberanía de Dios sobre las naciones y los acontecimientos históricos. A través de esta profecía, vemos la capacidad de Dios para cumplir sus palabras, incluso a través de líderes y eventos que no necesariamente reconocen su autoridad.