Qué dice la Biblia de la santidad
La noción de santidad en nuestra fe cristiana no solo es un concepto fundamental, sino que también es un llamado profundo a vivir de acuerdo con los estándares divinos. La Biblia, como la fuente primordial de nuestra doctrina cristiana, nos enseña y proporciona una comprensión completa de lo que implica ser santo y cómo la santidad de Dios influye en nuestras vidas.
La santidad de Dios: La fuente y el estándar de la santidad
Para comprender la santificación en el contexto cristiano, es crucial comenzar entendiendo la naturaleza de la santidad de Dios. En las Escrituras, se nos revela repetidamente que Dios es completamente santo, lo que significa que Él es absolutamente puro, justo y separado de todo pecado y maldad (Isaías 6:3; 1 Juan 1:5; Levítico 19:2).
(Isaías 6:3 NTV)
"Y proclamaban uno a otro: '¡Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!'"
(1 Juan 1:5 NTV)
"Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que les anunciamos a ustedes: Dios es luz, y en él no hay rastro de oscuridad."
(Levítico 19:2 NTV)
"Di a toda la comunidad de Israel que deben ser santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo."
La santidad de Dios no solo es un aspecto de su carácter, sino que también establece el estándar para la moralidad y la conducta de nosotros sus hijos. Como seres humanos, somos llamados a reflejar la santidad de Dios en nuestras vidas y a buscar la pureza moral y espiritual en todo lo que hacemos.
La santificación como proceso de conformidad a la Imagen de Dios
La santificación es el proceso mediante el cual los creyentes somos transformados a la imagen de Cristo, quien es la expresión máxima de la santidad de Dios (2 Corintios 3:18; 1 Tesalonicenses 4:3).
(2 Corintios 3:18 NTV)
"Así que todos nosotros, que hemos sido transformados, podemos reflejar la gloria del Señor. Y el Señor, que es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados en su gloriosa imagen."
(1 Tesalonicenses 4:3 NTV)
"Pues la voluntad de Dios es que sean santificados: que se aparten de la inmoralidad sexual."
Este proceso no ocurre de manera instantánea, sino que es gradual y continuo a lo largo de la vida del creyente. La santificación implica la renovación de nuestra mente, la transformación de nuestro carácter y la conformidad a la voluntad de Dios. Es un proceso en el que somos capacitados por el Espíritu Santo para vivir vidas que reflejen la santidad y la gloria de Dios en todas las áreas de nuestra existencia.
El impacto de la santidad de Dios en nuestra relación
La santidad de Dios también tiene un impacto profundo en nuestra relación con Él. Como seres humanos pecadores, no podemos acercarnos a la presencia santa de Dios sin ser purificados y santificados. Sin embargo, a través de la obra redentora de Jesucristo en la cruz, tenemos acceso a la presencia de Dios y podemos experimentar comunión íntima con Él.
La santificación nos capacita para vivir en comunión constante con Dios, permitiéndonos experimentar su amor, gracia y poder en nuestras vidas. Nos llama a apartarnos del pecado y a vivir vidas que honren y glorifiquen su Santo Nombre en todo momento.
Conclusiones: La Santidad como Llamado y Privilegio
En resumen, la santificación es un llamado sagrado y un privilegio para nosotros los creyentes, los hijos de Dios. Es un proceso en el que somos transformados a la imagen de Cristo y capacitados para vivir vidas que reflejen la santidad y la gloria de Dios. A través de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, podemos crecer en santidad y experimentar la plenitud de la vida en Cristo.
Que este entendimiento de la santidad nos impulse a buscar una mayor conformidad a la imagen de Dios y a vivir vidas que honren y glorifiquen su Nombre en todo momento.